Tan sólo una mirada es su recuerdo
latente que se disipa como gotas cristalinas, de agua
se diluyen como mis solitarias
esperanzas y mis frías letanías... El fervor de su compañía
es impreciso, me hace falta como la
luz de un nuevo día mis quimeras se han dormido...
en su ausencia, lastima con ferocidad
el olvido… De nubes apagadas se cubre el cielo, su estrella se ha ido...
En busca de otro cielo ha partido mi
fugaz sueño se ha llevado en sus blancas alas mi abrigo
se ha perdido... La veo ante mí, pero
sigo, silente esperaré paciente, que la brisa de primavera traiga otra vez su
dulce fragancia y en sus manos la caricia complaciente,
emergerán otra vez las blancas flores
del noble edén, por donde su paso, seguro
se emplazaba feliz su espíritu
volverá transfigurado en un pequeño colibrí...
Volverá a beber el polen de las
flores la dulzura y el dulce néctar que su ternura y simplicidad alimenta... Me
quedaré esperando su llegada aguardando resignado, y sin prisas la ilusión
perpetua que mi alma atormenta en sueños de mi propia creación ella es por las
noches mi oración en frases sentenciosas al buen Dios... El se complace en mis
sinceros sentimientos conoce mis anhelos mejor que nadie Y me consuela cada
noche, en sueños
La trae hasta mí y me permite,
adorarla Y ser feliz...
Es mi martirio, no poseer su virtud
soy culpable de mi propio sentir y mi apego a su silueta,
en nocturnos pensamientos y frases
verdaderas en fantasías propias y etéreas mis letras perdidas en busca de
vírgenes praderas precisa el canto del viento, y la convicción de un poema,
aferrado a mis dogmas más sublimes su imagen palidece aparecen las dudas como
grietas...
Como un anacoreta, ermitaño y
penitente disipo mi propia esperanza tumbando mí abatido espíritu... La ilusión
es una quimera presente, como presente es la lluvia que enfría mi alma abrumada,
es una melodía triste, fluye constante ruidosa y perdurable, como su propia
voz, que mana cristalina entre las piedras, pintando de azul su retrato
indestructible las sombras se proyectan, afanosas cubriendo las calles,
Apagando senderos que fueran luces
perennes y esperanzas palpables su canto en todas partes, brota en cada flor
anunciando la primavera y la promesa de un exquisito amor
refinado como el mármol, puro como el
más fino cristal, reluciente a pleno sol apasionado e inmortal, mi poesía renace,
cuando imagino lo profundo de sus verdes ojos distantes y lejanos como el mar
cada vez más lejos de mi la distancia se vuelve fría y mortal
perdón por quererte, perdón por
llamarte princesa en mis sueños musa en mis quimeras, reina azul en mis cuentos...
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