El costal de huesos
El costal de huesos
Esta historia sucedió en la
ciudad de Aguascalientes, resulta que en una ocasión mi vecino fue de
vacaciones a un poblado que se llama San Juan De Los Lagos, Jalisco. De camino
en la carretera iba manejando muy contento cuando de repente un señor de edad
madura le hizo la parada para que lo llevara de aventón (autoestop)
Mi vecino accedió a pararse
en la carretera y llevar al hombre. Cuando el señor entró al auto mi vecino le
saludó y el sujeto no correspondió a su saludo. Según la descripción del
conductor, este extraño llevaba sus ropas muy sucias y un sombrero enorme,
calzaba huaraches como tipo de la Revolución y en su cara se dibujaba un enojo,
y así continuaron un buen rato sin una palabra, cuando de repente el señor
extraño con una voz muy ronca le dijo: aquí, bájeme.
Mi vecino cuando apenas iba
a abrir la puerta se dio cuenta de que su pasajero ya no estaba y al abrir la
puerta del copiloto se dio cuenta que en el piso estaba sólo un costal de
huesos.
Juan De Los Lagos, Jalisco.
De camino en la carretera iba manejando muy contento cuando de repente un señor
de edad madura le hizo la parada para que lo llevara de aventón (autoestop)
Mi vecino accedió a pararse
en la carretera y llevar al hombre. Cuando el señor entró al auto mi vecino le
saludó y el sujeto no correspondió a su saludo.
Según la descripción del
conductor, este extraño llevaba sus ropas muy sucias y un sombrero enorme,
calzaba huaraches como tipo de la Revolución y en su cara se dibujaba un enojo,
y así continuaron un buen rato sin una palabra, cuando de repente el señor
extraño con una voz muy ronca le dijo: aquí, bájeme.
Mi vecino cuando apenas iba
a abrir la puerta se dio cuenta de que su pasajero ya no estaba y al abrir la
puerta del copiloto se dio cuenta que en el piso estaba sólo un costal de
huesos.
El costal de huesos
Esta historia sucedió en la
ciudad de Aguascalientes, resulta que en una ocasión mi vecino fue de
vacaciones a un poblado que se llama San Juan De Los Lagos, Jalisco. De camino
en la carretera iba manejando muy contento cuando de repente un señor de edad
madura le hizo la parada para que lo llevara de aventón (autoestop)
Mi vecino accedió a pararse
en la carretera y llevar al hombre. Cuando el señor entró al auto mi vecino le
saludó y el sujeto no correspondió a su saludo. Según la descripción del
conductor, este extraño llevaba sus ropas muy sucias y un sombrero enorme,
calzaba huaraches como tipo de la Revolución y en su cara se dibujaba un enojo,
y así continuaron un buen rato sin una palabra, cuando de repente el señor
extraño con una voz muy ronca le dijo: aquí, bájeme.
Mi vecino cuando apenas iba
a abrir la puerta se dio cuenta de que su pasajero
ya no estaba y al abrir la
puerta del copiloto se dio cuenta que en el piso estaba sólo un costal de
huesos.
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