
Me
encontraba solo en casa por el fin de semana, trabajando, mientras que mi
familia había salido de vacaciones. Eran cerca de las dos de la madrugada y me
desvelaba viendo una película de terror en la oscuridad de mi sótano. Tenía la
intención de realmente asustarme y ver qué tanto miedo podía resistir, aunque
sabiendo que estaba seguro en mi hogar.
Fue
entonces cuando escuché el ruido de pisadas en el piso de arriba. Ésta era una
molestia frecuente cuando mi familia estaba en casa; cada vez que pasaban por
el pasillo principal, y a un lado de la puerta del sótano, escuchaba sus
pisadas. En esta ocasión vez el miedo me abordó al instante que percibí el
sonido. Mi reflejo fue apagar inmediatamente el televisor… quien quiera que
fuese, no habría alcanzado a ver ninguna luz.
Escuché
la perilla de la puerta del sótano girar y la puerta abrirse en lo que
permanecía inmóvil en oscuridad absoluta. Me moví muy lentamente para no emitir
ningún sonido, y me posicioné detrás de nuestro gran televisor. Mientras me acercaba
a él, centímetro a centímetro, noté horrorizado que su pantalla negra
conservada un débil brillo. Escuché pisadas bajando por las alfombradas pero
ruidosas escaleras.
Me
congelé en mi escondite, escuchando. Por varios largos minutos, no oí nada. ¿Pudo
el intruso ver el brillo del televisor, o éste se había desvanecido a tiempo?
¿Se encontraba de pie en la más pura oscuridad intentando escucharme? Me
pareció quedarme ahí en completo silencio por un interminable periodo de
tiempo. Mi pánico comenzó a desvanecerse, y ya podía pensar con mayor claridad.
¿Realmente
había escuchado un intruso? El sótano estaba tan increíblemente callado que el
silencio en sí comenzaba a herir mis oídos. De haber un intruso, aún permanecía
en el sótano, puesto que las escaleras crujen, la perilla rechina y no fue
capaz de evitar el ruido de sus pisadas en ningún momento antes de llegar aquí.
Empecé
a contar en mi cabeza, tratando de pasar el tiempo, mientras baba caía de mi
boca sobre la alfombra —no me arriesgaría a delatar mi presencia tragando—.
Conté hasta sesenta segundos, dos veces, tres… treinta veces… sesenta… Para
entonces mi miedo se había ido y estaba más confundido que otra cosa. Estimé
que había pasado por más de dos horas en la oscuridad, y aún no escuchaba nada.
De haber un intruso, nada de esto tenía sentido… Finalmente, decidí que tenía
que moverme. Si no hacía nada el sol saldría eventualmente y brillaría a través
de las pequeñas ventanas del sótano… y, peor aún, comenzaba a oler algo
horrible y empalagoso.
Lentamente,
siempre muy lentamente, gateé hacia las escaleras apoyándome en la pared. Si
alguien estaba parado en la oscuridad, debería ser capaz de rodearlo y luego
huir a través de las escaleras. Mientras tanto, el hedor se hacía más fuerte.
Justo
cuando me acercaba a las escaleras, hubo un gran estrépito, como de algo
cayendo o colapsando sobre el suelo. Fue en ese momento que me precipité hacia
las escaleras, corriendo hacia la puerta abierta del sótano y mi completamente
abierta puerta principal. Ahora seguro de que alguien estaba en mi casa, llamé
a la policía con mi teléfono celular, y observé mi hogar desde la distancia.
La
policía llegó. Revisaron el interior de la casa y luego volvieron para
interrogarme con un semblante severo. Habían encontrado un cuerpo en la casa:
mi anciano vecino, quien pareció haber muerto de un ataque al corazón. Sus
sospechas eran que yo tuve que haber dejado la puerta principal sin seguro, y
él debió de recorrer mi casa mientras moría, buscando ayuda. Al principio me
sentí pésimo, creyendo que me había escondido en la oscuridad de un pobre viejo
que literalmente moría a metros de distancia.
Luego
se me ocurrió, ¿qué diablos había sido ese fuerte ruido de algo cayendo, eso
último que me hizo correr despavorido hacia las escaleras y fuera de la casa?
Le pregunté a la policía y me lo confirmaron. La puerta trasera de mi casa
había sido forzada, y junto a ella encontraron las huellas lodosas de pies
descalzos. De alguna forma, por alguna razón que nunca conoceré, había alguien
más en el sótano con nosotros… silencioso, esperando, y escuchando en la
oscuridad sobre el cadáver fresco del anciano.
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