Cuan frágil
es mi mente al encontrarse sin armadura alguna ante tus recuerdos, siento
fallarme en los momentos que en tu distancia haces presencia en mi desdicha por
tu ausencia.
Tomo un
momento para escribir lo que en este punto sobra decir, pero es el recuerdo con
vida propia lo que me hace sufrir, las madrugadas han perdido sus horas y es un
pensamiento constante.
Me convierto
en rehén por las noches y el día me lo recuerda con el sueño perdido, quisiera
recorrer kilómetros pero ninguno de ellos me lleva a lo que era, trato de
recordar lo que viví contigo, pero sólo tengo presente el principio y el fin,
los detalles sólo vienen si tú estás…
Cuantas
veces sonreímos antes que las probabilidades nos alcanzaran, en este viaje
nocturno, en estos recuerdos oscuros, como detener el tiempo, como recordar
este sentimiento que no sea aliento a mi sufrimiento, aun despierto de lo que
parecía un sueño eterno, aun aturdido por este juego incierto, perdí sin darme
cuenta y aposté lo último que tenía.
Hoy mis
pensamientos ya no son libres como los que te daba, son esclavos de esta mala
racha, son el castigo de una fe mal entregada.
Cada ocaso
será supervisado por mi soledad, el dolor será el dueño de mis pensamientos lo
que dure cada aliento, lo que demore el aire en ocupar el espacio que ha dejado
mi cuerpo al abandonar este lugar… Trataré con los años de recordar, trataré de
no dejarte ir en mi mente y vivirás eternamente, para que mi castigo tenga
sentido con el paso del tiempo, y en el momento que se apague la última luz
será porque te he dejado de pensar...
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