
La empresa
argentina BioSidus se convirtió en la primera a nivel mundial en producir
insulina humana en vacas genéticamente modificadas. Con este logro
científico-tecnológico, la Argentina se ubica a la vanguardia del reducido
grupo de naciones -no más de cuatro o cinco- que están desarrollando moléculas
de uso medicinal en animales transgénicos.
Las cuatro
terneras de la dinastía Patagonia nacidas en el Tambo Farmacéutico de la
empresa local entre febrero y marzo pasados son de raza jersey, y poseen en su
material genético un precursor a partir del cual se puede generar insulina.
Pero esta idea
traía aparejada algunas incógnitas, como la posibilidad de que su producción
por parte de la vaca podía ser tóxica para el propio animal.
Para sortear este
obstáculo, fue necesario hacer dos desarrollos al mismo tiempo: por un lado,
“armar” el gen del precursor de la insulina de forma que fuera inactivo en las
vacas, y por el otro, insertarlo en el genoma bovino y lograr que se expresara
solamente en el tejido mamario.
“Tuvimos que
formular una estrategia, porque habíamos visto y se sabe por la literatura
científica que parte de las proteínas de la leche pasan a la sangre del animal
-explica el doctor Andrés Bercovich, gerente de Desarrollo Tecnológico de la
empresa local-. De hecho, nosotros detectamos presencia de la hormona de
crecimiento humana en la sangre de las vacas que la producen en su leche, y
esto obviamente tiene un efecto fisiológico. Ahora, si con la insulina
ocurriera eso, sería devastador.
La función de esta
hormona es permitir la entrada de glucosa en los tejidos. Con las altas
producciones que hay en la leche, si pasara insulina activa a la sangre de los
bovinos, los niveles de glucosa podrían bajar a cero en segundos, lo que
determinaría la muerte del animal.”
Los científicos
decidieron, entonces, diseñar un gen modificado espacialmente para que no
pudiera activarse en el organismo bovino. “Le cambiamos la forma de tal manera
que, después de un proceso de purificación de la leche, podemos obtener
nuevamente la insulina nativa, que es idéntica a la humana y puede utilizarse
como medicamento”, detalla Bercovich.
El gen de la
insulina tiene una cadena A, una cadena B y un péptido C que las une. Los
investigadores removieron ese péptido e insertaron en su lugar una construcción
genética artificial, de manera tal que cuando se desea es posible cortarlo
utilizando proteasas y obtener la forma humana de la hormona.
“Primero
insertamos esa construcción en levaduras y comprobamos que producía el precursor
modificado espacialmente -prosigue Bercovich-. Fabrica una conformación
espacial tal que hace que los receptores de insulina bovinos no la reconozcan.
Se hace inactiva. Una vez obtenido el producto puro a través de la
fermentación, lo que hicimos fue verificar que los animales no respondieran.”
Con este avance
tecnológico Bio Sidus pretende abaratar los costos de la insulina en un 30%
además de conseguir que Argentina deje de ser un país importador de este
medicamento para convertirse en exportador. Entre el 70% y el 80% de la
insulina que se consume en el país es importada y el proceso de producción
utilizado actualmente es caro. “Con 25 vacas será suficiente para cubrir la
totalidad de la demanda de insulina humana de Argentina, que cuenta con poco
más de un millón y medio de pacientes diabéticos”, afirmó el doctor Marcelo
Criscuolo, director ejecutivo de Bio Sidus.
Fuentes: Diario La
Nación y Foro Argentino de Biotecnología
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