
El debate sobre la posibilidad de devolver a la vida a un
neandertal ha despertado el interés sobre la otra especie humana inteligente.
Estos son algunos de los últimos descubrimientos sobre ellos que los hacen tan
interesantes
1 - Practicamos sexo con ellos y nos benefició
Investigadores coinciden en que los seres humanos modernos y
los neandertales, a pesar de tener diferencias anatómicas y genéticas, llegaron
a amarse, al menos sí de forma física. Los encuentros sexuales pudieron
producirse cuando el Homo sapiens llevó la tecnología del Paleolítico superior
en su migración fuera de África. El cruce favoreció nuestra evolución y nos
hizo más fuertes gracias a la introducción de nuevas variantes de genes del
sistema inmunológico, esenciales para que el cuerpo pueda reconocer y destruir
los patógenos. Estos genes, los HLA, son algunos de los más variables y
flexibles de nuestro «código de barras». Nos permiten, por ejemplo,
sobreponernos a un vulgar catarro. Los antígenos se extendieron entre los
descendientes de las poblaciones mezcladas en Europa y Asia.
2 - Todos somos neandertales
Una cosa lleva a la otra. Los encuentros amorosos entre las
dos especies humanas inteligentes explican que todos los seres humanos del
planeta, con la excepción de los africanos, poseamos en nuestro ADN la huella
neandertal. Entre el 2% y el 4% de nuestro genoma es su herencia. Lo sabemos
gracias a Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva
(Leipzig), quien, con la colaboración de decenas de investigadores de todo el
mundo, entre ellos varios españoles, culminó en 2010 la secuenciación del
genoma del hombre de Neandertal.
3 - Aprendieron a hacer joyas y herramientas del Homo
sapiens
Investigadores del Instituto Max Planck creen que los
neandertales aprendieron a hacer joyas y herramientas sofisticadas de los
primeros humanos modernos con los que convivieron en España y Francia hace
40.000 años. La capacidad de fabricar objetos y ornamentos sugiere que podrían
haberse comportado de una manera que, hasta ahora, se pensaba que era exclusiva
del hombre moderno.
4 - Eran presumidos y se adornaban con plumas
Los neandertales se colgaban collares hechos con conchas, se
maquillaban y, por si fuera poco, se adornaban con vistosas plumas de aves,
según un estudio internacional en el que participó el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC). El empleo de plumas de córvidos y rapaces
como ornamentación para el cuerpo refuerza la idea de que tenían pensamiento
simbólico y los acerca aún más al Homo sapiens.
5 - Eran unos gastrónomos: cocinaban las verduras y comían
mariscos
Los neandertales cocinaban y consumían regularmente una
variedad de vegetales, según un estudio del Museo Nacional de Historia Natural
Smithsonian en Fairfax (Estados Unidos). Los científicos han llegado a esta
conclusión tras examinar los dientes fosilizados de algunos de estos ancestros
humanos encontrados en cuevas de Irak y Bélgica. Entre los dientes aparecieron
restos de granos de almidón, raíces y tubérculos que habían sido tratados antes
de ser ingeridos. Esto sugiere que los neandertales controlaban el fuego de
forma muy parecida a como lo hacían los primeros humanos. Además, en la
Península ibérica ya comían marisco hace 150.000 años, como pudo comprobar en
Cueva Bajondillo, ubicada en Torremolinos (Málaga), un equipo internacional con
participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
6 - Curaban sus males con manzanilla
Uno de los remedios más populares contra los dolores de
estómago o el «mal cuerpo» en la actualidad es tomarse una manzanilla. Los
neandertales también lo hacían. No solo incluían en su alimentación una gran
variedad de plantas, sino que conocían sus cualidades curativas y
nutricionales. La manzanilla, probablemente cruda, les servía para tratar sus
males. Un equipo de investigadores de España, Reino Unido y Australia obtuvo la
primera prueba molecular de ese comportamiento gracias al análisis de restos
dentales de cinco neandertales de la cueva de El Sidrón, en Asturias. Los neandertales
tenían un gen que les permitía distinguir el gusto amargo, el que tienen la
aquilea y la camomila.
7 - Intercambiaban a sus mujeres
Entre los neandertales, las hembras se intercambiaban entre
un grupo y otro, una práctica que a ojos de una moral actual ortodoxa parece
primitiva, pero que tenía su objetivo. Estos intercambios evitaban la
endogamia, mientras que los varones tendían a permanecer en su núcleo familiar
original y muy raramente abandonaban su territorio natal. El hallazgo fue realizado
gracias al análisis de los restos de doce neandertales de la cueva asturiana de
El Sidrón, descubiertos en 1994.
8 - ¿Pintaron Altamira?
Las pinturas rupestres de Altamira y de otras cuevas del
norte de España podrían haber sido realizadas por neandertales y no por
nuestros antepasados directos. Una nueva datación, llevada a cabo con la
técnica uranio-torio en 50 pinturas de once cuevas españolas (entre ellas las
de Altamira, El Castillo y Tito Bustillo), reveló que esa forma de arte
primitivo es por lo menos 10.000 años más antigua de lo que se creía y procede,
por lo tanto, de una época en la que los primeros Homo sapiens aún no habían llegado
a Europa o estaban en camino. El hallazgo supondría que las famosas siluetas de
manos en las paredes de las cuevas eran, en realidad, una firma neandertal, no
nuestra.
9 - Su desaparición, un misterio
La desaparición repentina de los neandertales, hace unos
40.000 años, es uno de los mayores misterios de la evolución humana. Por qué
dejaron de existir y de convivir con los seres humanos modernos es todavía un
misterio. Varias investigaciones apuntan a que la llegada del Homo sapiens a
Europa desde África tuvo mucho que ver con su trágico final. Los seres humanos
modernos pudieron ser una amenaza competitiva para las poblaciones indígenas
neandertales. Investigadores de la Universidad de Cambridge creen nuestros
antepasados directos invadieron la región de forma masiva hasta alcanzar diez
veces la población de los neandertales ya establecidos.
10 - Clonar un neandertal, ¿un hito imposible?
George Church, un destacado experto en genética de la
Universidad de Harvard, exponía hace unos días en una entrevista a la revista
alemana Der Spiegel la posibilidad de abrir un debate para volver a traer al
mundo al hombre de Neandertal. El científico decía que es técnicamente posible,
ya que tenemos su ADN, pero apuntaba que semejante hito se enfrentaría a
importantes problemas éticos relacionados con los derechos y la seguridad de la
madre y el niño, además de requerir la aprobación social. La mujer que
participara en ese proceso y diera a luz al primer bebé neandertal moderno
debería ser «extremadamente valiente». El investigador Carles Lalueza, del
Instituto de Biología Evolutiva y que forma parte del proyecto Genoma
Neandertal del Instituto Max Planck, valoraba la posibilidad.
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