
Se
acababa de despertar de su desmayo, pero Alicia no tenía ni idea de dónde se
encontraba. Todo estaba muy oscuro y no sabía por dónde salir.
Se
levantó despacio y fue arrastrándose para reconocer un poco el sitio. El suelo
era de tierra y había varias piedras. Llegó a una pared y se puso de pie para
seguir buscando una salida. Pasó un rato pero no encontró nada.
De
repente pudo ver que de las rocas salía un poco de agua. Al principio pensó que
estaría cerca del mar, porque al probarla le supo salada. Siguió incesante sus
intentos de poder escapar de allí.
Poco
a poco el nivel del agua empezó a subir cada vez más, y eso fue lo que le iba
inquietando a Alicia. Tenía que darse prisa si quería salir de allí con vida,
pero por mucho que lo intentaba no había manera.
El
agua ya le llegaba por el cuello, y cada vez iba creciendo más rápidamente, por
lo que ya se estaba asustando y empezaba a pensar que moriría allí ahogada.
Conforme
el nivel del agua subía, ella se iba agarrando a las paredes y moviendo las
piernas para no ahogarse.
Cuando
el agua ya había inundado casi toda la estancia, ella se encontraba en la parte
más alta de la cueva, y pudo ver un agujero inclinado y al final se apreciaba
luz. Con las últimas fuerzas que le quedaban entró por el agujero y fue
subiendo hasta que logró salir a la superficie, y fue cuando se dio cuenta de
que paseando por el lugar no había advertido el hueco y cayó al fondo,
golpeándose la cabeza y quedando inconsciente.
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